Por Mercedes Giangrande. Mayo se aproxima, año tras año me remonto a aquel 1810 en donde se luchaba para salir adelante con dignidad, orgullo como así también energía. Comparando aquel momento de la historia con la actualidad, no marca la diferencia. Considero que hoy en día, el intercambio de ideas se realiza desde un lugar de agresión, creyendo seguramente que de este modo la solución llegará de inmediato. A partir de este mes de mayo reviviremos una seguidilla de fechas patrias. Las que no son un simple feriado en donde más de uno programa unas mini vacaciones.
1ero de Mayo: Día del trabajador, allí en 1886 las jornadas laborales eran de 12 horas diarias mínimo, las que se desarrollaban en condiciones deplorables en cuanto a la salud e higiene. De no cumplir con tal medida los obreros eran castigados por sus capataces, al extremo de haber lamentado víctimas innecesariamente. Hecho recordado como los mártires de Chicago, luego de semejante violencia la jornada laboral se redujo a ocho horas diarias.
25 de Mayo: fecha con la que inicié la introducción de este artículo, semana inolvidable cuya meta fue mejorar la calidad de vida de la sociedad.
20 de Junio: se conmemora el día de la bandera, nada nuevo por cierto, de la que debemos sentirnos orgullosos. La que nos representa en todo momento engalanando edificios, actos, sin dejar de lado nuestro sentimiento a semejante símbolo patrio.
9 de Julio: Día de la Independencia, jornada de júbilo más la inmensa emoción de tamaño acontecimiento. Desearía retroceder el tiempo, con la posibilidad de haber participado en ese momento de la historia. En donde mi corazón palpitaría por el logro obtenido.
A partir de aquí cada uno y de modo personal podrá comparar dichas fechas tan significativas con la situación que hoy nos rodea.