La plaza era el lugar esperado para la reunión, al fin después de tanto tiempo, puede llegar hasta el sitio indicado. Nada más interesante que una plaza con juegos, una historia de la ciudad que a muchos le pertenece como propia. La cita era en la plaza de su pueblo.

Foto: La Net
Aunque algo rezagado, llegué quince minutos después de la convocatoria porque la nota era muy clara: 15.30hs. Las nubes quisieron estar presentes ya que no cabían en sí de la alegría y lo demostraron con una leve llovizna, que a raíz de ello, se suspendió. De todos modos. eso no hizo que retornara sobre mis pasos, muy por el contrario, busqué y pregunté. Llegué al sitio que era de mi interés. Éste era un barrio, una casa con una reja cerrada. No fue impedimento, con tan sólo tocar,un amable guardia compartió mi aventura y logré entrar. El misterio de no saber y al abrir la puerta de la casa, el paraguas se aferró a mi, y una vez dentro la emoción acompaña el recorrido. Soy recibida con afecto, el lugar es cálido y agradable.
Una foto de familia, y en la misma mesa había uno de esos aparatos antiguos, que acompañaban a la familia para escuchar la música de su predilección. Una verdadera joya. Pinturas que abrazan una época, ahora solitarias decoran la pared del vestíbulo. Una pequeña escalera de madera apoyada a su baranda labrada y colorida. Lleva mis ojos a una puerta cerrada. Y haciendo guardia para que todo quede en su lugar; el perchero.
La Casa de Ernesto Sábato.
Langeri 3135- Santos Lugares.
Frente a la estación del tren San Martín.
Ahí está su ropa; el pilotín que lo habrá usado para pasear por su barrio, por su plaza al charlar con el panadero y los amigos del Club del barrio. El sombrero, también, espera por él, aunque sea tan solo – por un día más.
A unos pasos el escritorio de su esposa, dos amplias bibliotecas, un sillón, una foto del dueño de casa con la camiseta de Estudiantes de La Plata, estudiante becado para la ciudad de Paris. Pero volvió, volvió a su tierra. La figura de su esposa desde un ángulo le sonríe, artífice de sus familia y de levantar del cesto lo que el maestro destruía.
El escudo de Calabria lo protege. Tiene mucha historia esa casa de un pueblo en la gran aldea. En este hogar muchos encontraron una mano amiga, aunque sea en el sótano que muy bien provisto los esperaba. Más que todo el afecto de la amistad y el pensamiento compartido.
Sigo caminando, ya no estoy sola. Cruzo un patio donde una pequeña estatua me sonríe y predispuesta quiere que le tome una foto. Que encanto. Todo tiene su historia la dama del patio, en uno de sus libros es la compañera de sus personajes y a raíz de ello, por el éxito obtenido…No, no voy a contar más.

Foto: La Net
Un camino hacia su escritorio con la vista de la ventana hacia la pequeña escultura, su máquina de escribir, todo tal cual, y estos recuerdos son acompañados en cada espacio por una película que fue tomada por su familia. Y que ahora se puede disfrutar al recorrer su casa.
Su cumpleaños, en sus 80 años, abrazado a su esposa Matilde, la alegría de la familia y sobre todo escuchar su voz cariñosa. Su energía al soplar las velitas! Que buen recuerdo. Y unos pasos más adelante el atelier: sus pinturas, sus cuadros, regalos de sus amigos que
plasmaron sus gestos en un bastidor. Pinceles, oleos, todo lo que expresaba a través de los
colores cuando decidió pintar y dejar de escribir. Un sencillo lugar, y así paso a paso, otra
Biblioteca donde están protegidos sus artículos de la revista Sur. Y todo lo que significó esa producción para la literatura argentina. Unos pasos más y en otra sala sus libros que quizás no se encuentran en las librerías. El tiempo se va de la misma forma que damos vuelta las hojas de Héroes y Tumbas o el empeño de caminar por el cruento relato de la verdad del ¨Nunca más¨.Otro patio amplio y mojado me despide mientras una reja muy elegante se cierra tras mi emoción y unas notas que más que el papel se han quedado en mi corazón.
Muchas preguntas al salir de la casa de Matilde y Ernesto; su nieto Guido me despide cordialmente y recuerda a su abuelo. Una hermosa casa de aquél tiempo amplio, grande para crear una familia y albergar cuentos y novelas de todos los colores de su paleta de pintor.
Me hubiera gustado pasar por ahí, tiempo atrás y decirles:
Chau Matilde, Hola Maestro, buen día!
A raíz del mal tiempo la entrega del Premio Ernesto Sabato ,no se llevo a cabo. La pagina de facebook: La casa de Ernesto Sabato- se puede encontrar mas información.
Azucena Cerundolo












