Concurrí al acto de la bandera que los alumnos generalmente lo realizan en cuarto grado, con todos sus preparativos, emocionados por el momento que van a transitar. Con gran responsabilidad, siendo que sus maestros les van contando con anterioridad lo que implica el suceso que llevarán a cabo, como respetar y defender la bandera.
Los pequeños entre nerviosos y emocionados a la vez, ensayan a diario hasta llegar el día del esperado acto, las canciones con las que acompañarán el evento. Asemejándose a un cuento de hadas con la misma ternura que pueden expresar, teniendo en cuenta que están frente a un símbolo patrio.
Sabemos que cuando un integrante de la plana mayor, en el momento de asumir el cargo que le asignan, se les nota igual responsabilidad sumándoles la seriedad que los debe caracterizar por ser adultos.
No obstante transcurre el tiempo y aquella seriedad de la cual hacíamos mención se va desgastando de modo paulatino, hecho notable por sus actitudes como así también a la hora de tomar decisiones.
Por lo tanto que acto tiene mayor validez: el de nuestros pequeños que nos dan un mimo al momento de jurar la bandera o el de los adultos que nos van desilusionando día a día, al margen de las dificultades que estos deben de atravesar.
Sin duda el primer lugar es para los pequeños, quienes tienen un futuro por delante con la posibilidad de crecer y si eligen llegar al poder cualquiera sea el área a desarrollar, contarán con la capacidad de evitar tantas decepciones.
Mercedes Giangrande













