¿Qué nos está sucediendo? ¿A dónde hemos llegado? ¿Hemos perdido la coherencia? El trato hacia el otro, las buenas costumbres, el buen día, buenas tardes, buenas noches resulta agradable. Nos reconforta recibir la respuesta de nuestro vecino, familiar o amigo.
El mal trato lo presenciamos a diario al ingresar a un comercio, a un medio de transporte, al solicitar un servicio, en una infinidad de situaciones. Considero que el pagar una cuota no nos da derecho a reclamar de mal modo o con términos inadecuados.
No se justifica que por problemas personales los que a nadie le faltan, los descarguemos a quienes tenemos enfrente de nosotros o del otro lado de la línea telefónica. A tener en cuenta que el recibir un insulto nos provoca una situación incómoda.
Peor se siente quien lo emite, dado que es una persona que se maneja por la vida de ese modo y aunque no lo comprenda terminará enfermándose por generar tanta energía negativa.
Respetar los horarios de descanso, no preocupar a nuestro vecino, otro ejemplo: los contenedores que nos permiten mantener una ciudad en condiciones, siempre y cuando que los mismos sean arrojados dentro del habitáculo en horarios apropiados.
No arrojemos bolsas de consorcio pesadas que provocan ruidos estruendosos a cualquier hora de la madrugada, los que sobresaltan el descanso, hecho que he presenciado al salir a trabajar en la vereda de mi vivienda.
Sigo observando la violencia de género, violencia de parte de la autoridad en los modelos para el desarrollo del país, el abuso en los precios al querer adquirir nuestros alimentos, el arrebatarnos los que tengamos a mano para intercambiarlo por dinero.
No poder ingresar al baño de una confitería dado que no sabemos con quien nos encontraremos, situación ocurrida en la confitería de Av. Santa fe y Oro de capital días atrás, concluyendo con el mal trato entre nosotros provocado por el estrés que nos produce esta situación insostenible.
Como si este entorno no resulta suficiente estamos a la espera de un temporal de lluvias y vientos, el que ya no sabemos cómo contener o de qué modo protegernos. Sin dejar de pensar en nuestras provincias hermanas que lo están padeciendo en un modo muy crítico, incendios de conocimiento público lugar en los que esperan lluvias para tratar de apaciguar la situación sin empeorarla.
Aún así y luego de todos estos casos que son reales, mantengamos la esperanza de que nuestra hermosa Ciudad de Buenos Aires saldrá adelante.
Mercedes Giangrande