Por Juan Aníbal Gómez. En los próximos días, mas precisamente el 9 de Julio, nos lleva a 1816 fija la fecha en la que se concluye un proceso iniciado el 25 de mayo de 1810, declarándose la independencia de la nación y comenzando un lento –y trabajoso- proceso de construcción del Estado Nacional; y en este año, nuestra Patria, cumplirá 200 jóvenes años, y desde ya nos embargan distintas emociones y pensamientos, en primer lugar agradeciendo al Señor, que nos otorga esta oportunidad de vida, de ser partícipe del festejo Bicentenario de la República Argentina, pero…, como estamos hoy los Argentinos..?? que sentimientos nos afloran en este festejo..?? ¿Qué sentido tenía la independencia en esa entonces?
Cuando la patria esta en peligro, todo esta permitido, excepto, no defenderla. Gral José de San Martín.
En primer lugar, el movimiento independentista no comenzó ni se circunscribió al caso argentino, sino que se trató

de un proceso expandido a lo largo y ancho de los territorios ocupados por la corona española. De hecho se puede afirmar que se trató de un momento fundacional para la región. Gran parte de quienes impulsaron la independencia tuvieron una fuerte influencia de la Ilustración, la cual sostenía los principios de igualdad y libertad de las personas por el sólo hecho de ser humanos. O sea, la idea que todos (y actualmente agregaríamos “todas”), desde el momento de nuestro nacimiento, nacemos libres e iguales.
Para la realidad que se vivía en esa entonces, estas ideas eran revolucionarias tanto en América como en Europa. A su vez, quienes lucharon por nuestra independencia estaban convencidos de las potencialidades de la razón humana, de las capacidades que los hombres (y las mujeres) tenían para luchar por un mundo mejor, combatiendo males como la tiranía y la ignorancia.
HISTORIAL: El lugar elegido para las reuniones fue la casa de Francisca Bazán de Laguna, una conocida vendedora de empanadas. Era una típica casa colonial del siglo XVIII, los ambientes de adelante se alquilaban para negocios de

venta de mercadería. Ya dentro de la casa, la demolición de paredes permitió el uso de un salón de 15 metros por 5. Los muebles fueron prestados por los conventos de Santo Domingo y San Francisco. La casa fue comprada por el gobierno nacional en 1869 y se usó como oficina de correos. En 1880 se decidió restaurarla, cosa que se concretó medio siglo después.
Los diputados que representaron a Mendoza fueron los primeros en llegar a Tucumán y se convirtieron en los personajes fundamentales del Congreso al ser los intermediarios de las ideas del gobernador intendente de Cuyo, José de San Martín, que se encontraba abocado a la preparación del Ejército de los Andes. Las sesiones del Congreso de Tucumán comenzaron el 24 de marzo de 1816 bajo la presidencia de Pedro Medrano; se resolvió que la presidencia sería rotativa y mensual. El primer debate fue la elección de Juan Martín de Pueyrredón, diputado por San Luis, como director supremo. Luego se discutió sobre la forma de gobierno. La mayoría de los congresales acordaba establecer una monarquía constitucional, es decir, buscar un príncipe europeo o volver a estar bajo la autoridad española bajo este régimen. Belgrano propuso ante los congresales el establecimiento de una monarquía moderada, encabezada por un príncipe inca. Fue apoyado por San Martín, Güemes y los diputados del Alto Perú quienes propusieron que la capital del reino fuera el Cusco. Los enviados de Buenos Aires dijeron que la idea era “ridícula” porque no se aceptaría a “un rey en ojotas”. Pasaban los meses, las batallas entre monárquicos y republicanos se hacían cada día más intensas y no llegaban a un acuerdo.
La demora en la declaración de la independencia impacientó al gobernador intendente de Cuyo, José de San Martín. En una carta que le envió a Tomás Godoy Cruz decía: “Hasta cuándo esperamos declarar nuestra independencia. ¿No le parece a usted una cosa bien ridícula, acuñar moneda, tener el pabellón y cucarda nacional y por último hacer la guerra al soberano de quien en el día se cree dependemos? ¿Qué nos falta más que decirlo? Por otra parte, ¿qué relaciones podremos emprender, cuando estamos a pupilo?” El 9 de julio era Martes y el sol brillaba en Tucumán. La sesión comenzó a las dos de la tarde. Bajo la presidencia del sanjuanino Narciso Laprida, el secretario, Juan José Paso, preguntó a los congresales “si querían que las Provincias de la Unión fuesen una nación libre de los reyes de España y su metrópoli”.

La propuesta fue aprobada por aclamación. El Acta de Independencia declaraba “solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas provincias romper los vínculos que las ligaban a los Reyes de España, recuperar los derechos de que fueran despojadas e investirse del alto carácter de nación independiente del Rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli. Aún quedaba “el inminente peligro de una futura anexión a Inglaterra o Portugal”. Por eso, el 19 de julio los diputados agregaron al texto y a la fórmula del juramento de la Declaración de la Independencia, la frase “y de toda dominación extranjera”, ya que algunos congresistas conspiraban en secreto para entregar el país a Portugal o Inglaterra.
La declaración iba acompañada de un sugerente documento que decía “fin de la Revolución, principio del Orden” porque los congresales querían dar una imagen de moderación frente a Europa, que, tras la derrota de Napoleón, no toleraba la palabra “revolución. El acta que declaró la independencia de nuestro país fue escrita en español y en quechua. Los historiadores dan cuenta que la influencia del idioma de los pueblos originarios del Norte y del Alto Perú tenían una fuerte presencia e influencia.
El autor fue el congresal José Mariano Serrano, de Chuquisaca. El primer párrafo comenzaba así: «Kay sumaq ancha kamayoq San Miguel Tukmanmanta hatun llaqtapi, waranqa pusaq pachak chunka soqtayoq wataq qanchis killaq isqon p`unchayninpi llaqtancheqrayku qhawanankupaq…»
Las andanzas del Corsario francoargentino Hipólito Bouchard permitieron que las Islas Hawai, una nación monárquica, reconociera la independencia argentina en 1818, siendo el primer país en hacerlo. Bouchard con la fragata «La Argentina» dio la vuelta al mundo y tras conseguir el reconocimiento del rey hawaiano Kamehameha, atacó la costa californiana del Virreinato de Nueva España (hoy México) y se apoderó de Monterrey, donde ondeó la bandera argentina durante tres días. Portugal reconoció nuestra independencia en 1821 y Estados Unidos en 1822. En 1823 Francia envió representantes a Buenos Aires para negociar el reconocimiento de la independencia.
En 1824 el Foreign Office comunicó a sus representantes en Europa que había reconocido la independencia de Buenos Aires. España recién nos reconoció como independientes en 1863. La primera independencia de

Latinoamérica fue la de Haití el 1º de enero de 1804.
Sólo visitaron la Casa de la Independencia seis presidentes democráticos en su ejercicio: Nicolás Avellaneda, Juan Domingo Perón, Carlos Saúl Menem, Fernando De la Rúa, Néstor Kirchner y Cristina Fernández otros lo hicieron también, pero no durante su mandato.
ACTUALIDAD:
Dicho esto, ¿qué sentido le damos hoy a la independencia? Si pensamos en las luchas de quienes llevaron adelante la revolución de mayo y la independencia en nuestro país, ¿qué formas toman, en la actualidad, sus reclamos e ideales? La relación con terceros. Esta dimensión es importante en tanto y en cuanto uno de los principios fundamentales que dan cuenta de la soberanía de un país es la integridad territorial de los Estados y la no injerencia de terceros en los asuntos internos –principio que quedó definido al término de la Guerra de los Treinta Años en 1648.
En definitiva esto significa que un pueblo debe ser libre de elegir su propio destino sin verse obligado a seguir la voluntad de intereses extranjeros. La independencia, entendida en este sentido, va desde la liberación de una colonia del país que la ocupaba -como fue nuestro caso al independizarnos de España- hasta impedir que otros actores –no sólo Estados nacionales, sino también organismos internacionales o grandes multinacionales- sean capaces de limitar la soberanía del país.
En base a este segundo caso, Argentina -así como América Latina en general- se ha visto repetidamente condicionada por el accionar de las grandes potencias del norte, fuesen éstas europeas o americanas. Y esta fuerte influencia que los países industrializados del norte han ejercido podía ser llevada a cabo a través de distintos métodos: el accionar directo de sus gobiernos, la mediación de organizaciones internacionales que representaran mayormente los intereses de dichos Estados o la presión de grandes grupos económicos, originarios de estos países, que presionaran para obtener condiciones favorables en los mercados del Sur.
Malvinas es un ejemplo, en el cual la Soberanía, puso en juego el sentimiento de todo un País, en contra de un superfluo dominio posesionario de nuestras tierras, por el Gobierno Inglés, cuando la historia y la geografía dictan de ser tierras de nuestra Patria. Pero.., en la actualidad los argentinos, estamos sujetos a un estado de ánimo, bajo, por ver las realidades ya no de terceros sino propias.. la llamada Corrupción…
La corrupción política, es sin duda el mayor obstáculo para el desarrollo económico y social de un país, tanto en lo moral, ético, como en la aplicación de la justicia social, a su Pueblo que representa. Es la peor traición a la lealtad y transparencia en transmitir el mandato que le traslada en Democracia su Pueblo al órgano Político. Hoy al ver visualmente los dineros mal habidos de la corrupción, es una profunda herida a la moral de todos los argentinos, nos quita fuerzas, nos destruye, lleva a la Sociedad a reaccionar, primero, la bronca, la ira, el mal humor, es decir la catarsis, mas si se lo alimenta por los medios masivos de comunicación…, pero lo preocupante es lo segundo, el descreimiento a las Instituciones, a generalizar, a viralizar una bronca contra todo, y llevarlo a su familia, o a veces en su interior sin analizarlo, es decir llamar a la energía negativa, en realidad es una profunda herida espiritual.., que atenta a todo lo físico…
Sacrificaría mi existencia, antes de echar una mancha sobre mi vida pública que se pudiera interpretar por ambición. Gral. José de San Martín.

Estamos a tiempo de cambiar el rumbo de la Patria como Nación y de caminar por el sendero de la transparencia y la honestidad. Se puede, y sólo esta en nosotros en comprenderlo, y como dirigente social y político, la propuesta en que juntos y unidos, con actitud, podemos vivir felices en una sociedad fundamentada en el desarrollo humano, con institucionalidad, equidad, igualdad, educación y cultura.
No es posible ni deseable privarnos de la posibilidad de decidir autónomamente, de dar lo mejor de nosotros como ciudadanos, No nos puede quebrar la esperanza y menos las fuerzas para hacer de esta joven Nación, la que todos esperamos, como ser dignos de ella como estar y sentir el orgullo de ser Argentinos.., debemos luchar contra ese mal, corrupto, con nuestra honestidad y esperando que la Justicia caiga sobre todos los responsables, sea quienes fueran y caiga quien caiga, ya que de otra manera estaríamos inexorable perdiendo nuestra libertad, traicionando los principios de aquellos y aquellas que dieron su vida –en un modo u otro- por la Argentina.
La independencia debe ser defendida y reivindicada a diario. No sólo se la debe conmemorar los 9 de julio sino que, cada uno desde su lugar, seguir comprometiédose por hacer realidad aquellos ideales de quienes dieron su vida para que seamos soberanos y podamos decidir por nosotros mismos qué es lo mejor para quienes habitan en nuestro país. Por todo esto es que el 9 de julio debe ser recordado como una fecha que nos recuerde el compromiso de construir una patria libre y justa. Viva La Patria..!!!