El 2 de abril de 1982, la dictadura cívico-militar inició el desembarco de tropas en las islas Malvinas. Con esta acción de afirmación de la soberanía nacional, apoyada por un importante sector de la población, la dictadura intentaba ocultar la gravísima situación social, política y económica a la que había conducido su gobierno.

Por Ana Leguísamo Rameau. Nos hacían tejer bufandas y guantes para los soldados de Malvinas, cuando íbamos a la escuela. Nos decían que habían salido a combatir y a luchar por la patria y que, seguro, ganarían la batalla contra los ingleses. Nos pedían alimentos para esos muchachos casi adolescentes que quedaron en la contienda de la vida, mientras los víveres nunca llegaban. Eso fue lo que nos contaron, mientras fuera del radio de Malvinas, algunos auguraban el jolgorio de la victoria.
Fue todo una farsa donde no sólo quedaron hombres soldados. También muchas mujeres pusieron el pecho a las balas. Ellas son las mujeres heroínas de Malvinas,. Fueron enfermeras y mujeres militares, y también murieron militares (oficiales y suboficiales) en la batalla contra el enemigo superior en armamentos. De pronto, se asoció que todo los relativo a lo militar era pecaminoso, corrupto y sucio, pero hubo militares buenos que lo dieron todo por la patria y terminaron sepultados en la tierra fría del olvido.
Así, la historiadora Alicia Panero escribió y homenajeó a esas Mujeres Invisibles, que lo dieron todo en Malvinas en 1982. Esa es la historia que conocemos, porque la guerra siempre fue considerada, como lo dice Panero en su libro, un asunto de hombres. Sin embargo, Pane dice que: «Son mujeres que no han sido reconocidas como lo que fueron, ni reciben ningún tipo de pensión como veteranas de Malvinas. Panero pretende con su libro visibilizar y difundir aquellos hechos y personajes que aún están tapados por ´un manto de neblinas´ ”.
Por otro lado, en un sentido y reconocido relato donde Seineldín expone su teoría sobre la guerra, se estable un diálogo respecto de la batalla por Puerto Argentino. Allí, el Teniente Coronel inglés DAVID, encargado de la evacuación del personal argentino se acerca al Teniente Coronel Seineldín a ofrecerle su vehículo para trasladarlo hasta el campo de prisioneros, en razón de no verlo bien de salud, después de varios días de hemorragias. Luego, Seineldín, rechaza la invitación, pero a su vez lo invita a compartir una ración de combate, en respuesta a su atención. «Good afternoon sir. Thank you for your invitation».
Entra DAVID en la estrecha trinchera del puesto de comando, donde como era costumbre resonaba el grabador con marchas militares argentinas. La conversación se desarrolla en forma amena, hasta que de pronto Seineldín realiza una pregunta:-«¿Por qué, en vez de atacar la Posición de Puerto Argentino por delante, lo hicieron por la parte de atrás?»
-«Nosotros, por doctrina militar, respetamos a las Unidades de Fuerzas Especiales, en razón de que nos provocan muchas bajas. En DARWIN-GOOSE GREEN, su compañía «C» nos produjo muchas bajas, entre ellos un jefe de batallón. Seineldín, tal vez esbozo una sonrisa de orgullo dentro de su dolor, cuando contestó:
-«Para su conocimiento DAVID, ustedes se enfrentaron en ese lugar con conscriptos de sólo dieciocho años, con dos meses de instrucción y apenas un curso acelerado de operaciones especiales, pero eso sí, con un gran espíritu de combate». -«Really, Ican’ tbeleave». Contesto consternado el Ingles, mirando a su ayudante. Mas tarde, DAVID se aleja en su vehículo dos veces rechazado, y Seineldín comienza a caminar seguido por sus hombres hacia el primer Puesto de Control y Requisa inglés. Acompañado seguramente por el espíritu de sus hombres caídos, todos ellos héroes y repitiéndose en voz baja: ¿Por qué yo no? si siempre estuve al frente.(Sic Regimiento de Infantería Mecanizado 25 Colonia/ La Perla Austral).
Explica West en el Prefacio de su obra La guerra secreta por las Malvinas. Los Exocets y el espionaje internacional (título original: The secret war of the Falklands): «Por encima del campo de batalla, la Fuerza Aérea Argentina se ganó el respeto de todos al lanzar ataques en su máximo radio de acción desde el continente con notoria gallardía, a pesar de las graves bajas sufridas. En el mar, la Marina Real sufrió un nivel de desgaste que fue insostenible. En el momento en que se estableció la cabecera de playa en San Carlos, el 21 de mayo, sólo los buques de Su Majestad Exeter, Yarmouth y el portaaviones de asalto Hermes estaban en condiciones plenamente operativas. Todos los demás habían sufrido diverso tipo de daños, y casi la mitad de la antaño impresionante flota de destructores y fragatas del almirante Sandy Woodward había sido “reducida a una capacidad cercana a cero”. Como lo señaló en ese momento el comandante de la Fuerza de Tareas, “¡Francamente, a los argentinos les habría bastado un solo soplido para hacernos caer!”.
Para cerrar, puedo expresar que la población argentina no esperaba tal desenlace, visto y considerando la grave derrota militar sufrida en las islas Malvinas. Como comenté al principio de este editorial, el pueblo argentino daba por por hecho un final favorable pero el desconcierto y la frustración, sumado a la mentira del día a día, hizo que el desprestigio más grande cayera sobre el proceso de reorganización nacional, y en las Fuerzas Armadas Argentinas como institución en sí misma. Situación que todavía hoy lleva su mancha pero, es de resaltar, que hubo militares que dejaron la vida en aquellas tierras e incluso, al día de hoy, han quedado olvidados.
Algunos monumentos que rememoran y homenajean a los héroes de Malvinas en CABA:
El Monumento a los Caídos en Malvinas está ubicado en la Plaza General San Martín, en el barrio de Retiro
Homenaje a veteranos de Malvinas en Plaza Inmigrantes de Armenia, en el barrio de Palermo
El Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur, en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (Ex ESMA), en el barrio de Núñez.