Por Mercedes Giangrande. La vida más de una vez nos pone a prueba, en donde nos descoloca, sin saber hacia dónde ir. Nos hacemos un sinfín de preguntas, nos alegramos, nos entristecemos, no nos encontramos a gusto en la situación por la que atravesamos.
Manifestamos una serie de sentimientos confusos, los que no nos conducen a nada positivo. Me refiero en los casos que nuestra salud trastabilla. Siendo lógico acercarnos a un profesional para quitarnos las dudas.
Las que no son respondidas tan pronto como lo deseamos, dado que comienzan los estudios uno detrás del otro. Sin darnos cuenta que contamos con la posibilidad de llevar a cabo cuanto examen nos requiere el profesional. Priorizamos nuestro fastidio en vez de valorar el poderlos realizar.
Recapacitamos mirando a nuestro alrededor el que se encuentra plagado de noticias, las que como es de conocimiento público, no provocan alegría.
Poniendo como ejemplo a los 44 tripulantes del Submarino Ara San Juan
Quién puede explicar cómo fueron sus días a partir del momento que se les perdió el rumbo. Una gran incógnita que nadie podrá revelar, más allá que haya aparecido el submarino. Ya no hay a quien preguntarle cómo transcurrieron sus últimos días.