Crianzas, principios, educaciones, conductas estará al tanto la sociedad qué significa cada uno de estos términos sinónimos entre sí. Somos los padres quienes debemos enseñarles a nuestros hijos el ser educados, mantener normas de buena conducta, expresarse correctamente a quien se dirige hacia ellos.
A medida que se van transformando en adolescentes queda a criterio de ellos el cómo comportarse con el mundo exterior, ya dejamos de ser los padres quienes les marquemos las pautas a seguir, dado que deben ir creciendo y enriqueciéndose para ser personas de bien.
Este protocolo al que me he referido, viene al caso dado que hoy por la mañana precisamente a las ocho y treinta horas sonó el timbre de mi casa, de hecho de un modo muy brusco, sin darme demasiadas explicaciones una voz jovial me exigía que saliese a firmar.
A firmar qué no sabía por el momento, ante la duda me apresuré para enterarme que sucedía. Mis buenos días jamás los escuchó, tan sólo parloteaba más bien reclamando mi firma dado que el debía continuar trabajando, por lo tanto estaba apurado.
Se trataba de una documentación personal, la cual yo debía recibir, no obstante el individuo no tenía por qué saber que era mi día de descanso, por lo tanto a esa hora no me encontraba demasiado lúcida, aún así traté de ser agradable para dirigirme hacia él.
Jamás se enteró de tal detalle tan sólo gritaba, hasta que puse un límite para que su desprolijidad al dirigirse hacia mi finalizara. Firmé su planilla y el episodio concluyó corriendo detrás de él para obtener mis papeles.
El hecho fue desagradable, más triste aun para ese adolescente quien pensaría que gritando se hacía notar. No estaba al tanto que de no modificar sus modales no le aguardará un futuro interesante impidiéndole crecer, algo tan importante en la vida de toda persona.
Mercedes Giangrande