Por Vera Lauckner. Ludmila Nahir Medina empezó en 2012 con una pequeña propuesta en un grupo de Facebook que se convirtió en un gran proyecto para conocer la diversidad de las plantas porteñas que dan frutos y las hierbas medicinales que las veredas ponen a disposición.
En aquel entonces, con sus conocimientos obtenidos en la facultad de Agronomía, empezó a reconocer árboles frutales en la ciudad de Buenos Aires y decidió armar un listado para compartir con sus allegados, para que pudieran -permiso del frentista mediante- llenar la canasta.
Hoy en día realiza caminatas de 3 horas por distintos barrios de Buenos Aires, mostrando no sólo frutos sino también hierbas silvestres y flores que pueden utilizarse para consumo, ya sea en infusiones, cocinarlas al horno para acompañar un plato o servirlas crudas con ensaladas.
Además, en 2020 incorporó clases virtuales con mucho más contenido teórico, que actualmente sigue dictando. Más info en La ciudad nos regala sabores.
¿Qué plantas o flores comestibles crecen en Buenos Aires?
La cantidad de flora porteña que podemos incorporar a la dieta es altísima, y nuestra gurú de los sabores vegetales nos armó un TOP 3:
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- Las flores del palo borracho “son súper llamativas y la gente las mira porque son hermosas”, pero en general sin saber que además son comestibles. “Solo los pétalos se comen, la parte central se descarta. Se pueden comer crudos en ensalada, en un plato de fideos o con granola y frutas en el desayuno”, explica Ludmila.
Estas flores pueden tener tonos rosados o amarillos. Sus pétalos son carnosos y aportan no solo color al plato, sino nutrientes. ¿Y sabor? No tienen ninguno en particular, son un complemento más bien estético.
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- El taco de reina o capuchina es una planta que “se consume toda, incluso las flores, y es muy rica. Tiene un sabor muy parecido a la rúcula, medio picante”.
“Las hojas y flores, que suelen ser rojas, se pueden usar para cualquier tipo de preparación que queramos: caliente, fría, en ensalada”, enumera. Por ejemplo, la podés mezclar con choclo y zanahoria para armar un plato super vistoso.
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- Para cerrar el podio, Ludmila propone que probemos el mburucuyá o pasionaria, una enredadera que crece cerca de las vías del tren o en el cableado urbano y tiene un fruto comestible.
“La planta da un fruto pariente del maracuyá, pero no tan ácido, es más dulzón. Se puede consumir entero, preparar jaleas, mermeladas, almíbar, comer fresco como fruta. También se puede cosechar cuando está verde y preparar con verduras salteadas”, enumera como opciones.
¿Qué tener en cuenta para consumir estas plantas?
Dijimos que estos frutos, flores y malezas se encuentran en muchas partes de Buenos Aires y solo alcanza con estirar la mano para recolectar algunas de estas delicias silvestres. Pero, primero, 6 advertencias antes de adueñarnos de alguna plantita.
- Un reconocimiento certero: lo más importante es distinguir con seguridad de qué es la planta que queremos consumir. Que no haya dudas, porque no todas son comestibles e incluso en algunos casos pueden llegar a ser tóxicas. Nuestra especialista recomienda chequear con fotos de fuentes confiables o preguntar a expertos.
- Una recolección sustentable: para Ludmila es importante concientizar cómo debe hacerse esta práctica de forma responsable. Cuando nos encontramos con alguna hoja o flor que queremos consumir, no debemos arrancar la planta entera sino llevarnos solo un poco para que siga creciendo.
- Una digestión saludable: para asegurarnos de que las flores, hojas o frutos no tuvieron contacto con excremento de animales, como perros o palomas, es mejor recolectar lo que esté no a ras del suelo, o bien en terrazas, balcones y jardines donde sepamos que esos animales no estén presentes.
- Ludmila también nos recomienda higienizar la cosecha con lavandina apta para potabilizar agua, ese método que se hizo tan popular en la pandemia.
- Y para que las flores se conserven mejor, hay que dejarlas en agua una vez cosechadas. Igual que cuando comprás un ramo en la florería.
- Finalmente, la creadora de La ciudad nos regala sabores nos invita a animarnos a probar: “Hay cosas que tienen sabores nuevos o fuertes, hay que encontrar en qué proporción las queremos sumar a cada comida. Hay recetas sugeridas para cada planta y también existe la innovación de cada persona. Los sabores son súper distintos a los que conocemos, es cuestión de cada paladar”. © Vinómanos.