Allá por los años ´90 le llamábamos «Placita del Desierto». Por supuesto así era su nombre y, aunque fue cambiado con el tiempo, a los palermitanos le costó adaptarse a su nuevo título.
Cabe destacar que, la placita, con el tiempo, comenzó, más tarde, a ser el centro de manteros que eran la molestia de los palermitanos. Así, aparecieron las ferias y todo ese movimiento molesto para los habitantes palermitanos pasó a formar parte de la cara habitual del barrio, entonces todo se regularizó en stand y locales formales de venta, hasta la actualidad.
El predio tenía una virgen en su centro, mediante el cual, los vecinos le rezaban y dejaban allí sus penas. Con el tiempo, la imagen fue vandalizada y quedó sólo un marco vacío y sin virgen. Posteriormente, los habitantes e la Comuna 14 solicitaron que la santa imagen vuelva a su lugar. Por ello, la virgen volvió y hoy yace como nunca, reluciente y hermosa.
Las ferias itinerantes barriales, las cuales venden productor alimenticios, más los artesanos que también comercializan sus productos artísticos, las postas de bicicletas, las baldosas por la memorias y hasta un árbol central que forma parte del monumento pues así ha sido nombrado por los vecinos, forman parte de la fisonomía de Palermo.
Hoy, la Plaza Armenia, es uno de esos centros icónicos del barrio, la cual atrae al turismo internacional. No hay carta turística que se resista a incorporar este bello sitio a sus paginas.
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