La legislatura porteña distinguió las actividades de la Biblioteca Popular Ciencia y Labor, que fueron declaradas de Interés Social y Educativo de la Ciudad. Allí participó el diputado y autor del proyecto, Matías Barroetaveña, junto a los legisladores Alejandro Grillo y Maia Daer, quienes acompañaron a Graciela Beatriz Orellana, quien pertenece a la institución, el presidente, Pablo Salcito; y el presidente de la Federación de Bibliotecas Populares de la Ciudad, Hugo Figueroa.
Barroetaveña destacó el rol de las bibliotecas populares en la sociedad y estableció que son una forma de dar un debate cultural. Y sumó: “Es una confianza a la razón, cuando uno lee un libro no vuelve a ser el mismo, se transforma”. A su turno, Daer resaltó: “Cuando hay imaginación, hay creatividad; y cuando hay creatividad hay progreso”. Por su parte, Grillo comentó: “Son un resabio y un ámbito de resistencia social y cultural”, mientras que Salcito concluyó: “Descubrí quien soy al momento de ingresra a la biblioteca».
La Biblioteca Popular Ciencia y Labor, forma parte de la Asociación Vecinal Villa General Mitre, ubicada en la comuna 11. Esta institución tiene 105 años y está conformada como una asociación civil sin fines de lucro. Su fundación fue el 25 de mayo de 1918, reconocida legalmente por IGJ Inscripto 1394, resolución 1939 del 05/10/2017 y número de registro 359276. Su domicilio legal es César Díaz 2453/51, Comuna 11, CABA.
La misión y objetivos de dicha organización consisten dictar y organizar cursos, charlas, seminarios, talleres, congresos y jornadas de reflexión y discusión. Dentro de sus principales metas se destacan las de diseñar, impulsar y fortalecer proyectos y programas vinculados al trabajo, la tecnología, la comunicación, la educación, los derechos humanos y la inclusión social. Al mismo tiempo, se propone observar el cumplimiento de las políticas públicas inherentes a estas temáticas y también sobre aquellas que se encuentran vinculadas a la prevención, protección y promoción social.
Ciencia y Labor fue siempre una usina de actividades deportivas y culturales que ni siquiera la pandemia logró frenar. Fue así que en pleno aislamiento obligatorio, abrió generosamente sus puertas para transformarse en vacunatorio y recibir al 70% de los habitantes de la comuna, que se vacunó durante la campaña antigripal de 2020. Pasado el sofocón, retomó sus actividades culturales.