El Cementerio del Norte (De La Recoleta desde 1949), primero público de la ciudad, fue inaugurado el 17 de noviembre de 1822 en terrenos que habían sido expropiados a los frailes recoletos. En 1828 se delimitó para el mismo el perímetro actual y los primeros muertos que recibió fueron el párvulo liberto Juan Benito y la joven Dolores Maciel.
Fue en la década de 1880, cuando el intendente Torcuato de Alvear decidió su reestructuración, con la reforma que se llevó a cabo en 1881. Allí, estuvo a cabo de Juan Antonio Buschiazzo (Director de Obras Públicas), quien construyó el pórtico , compuesto por una doble hilera de columnas dóricas y el cerco de ladrillos de máquina con juntas a la inglesa, la cual pasó a rodear el perímetro.
Por eso, a partir de ese momento, las principales familias porteñas decidieron levantar las suntuosas bóvedas que hoy podemos apreciar y que lo convierten en uno de los tres enterratorios más importantes del mundo a nivel arquitectónico, junto con el de Staglieno de Génova y el de Père Lachaise, de París.