En Corrientes 1669, entre Montevideo y Rodríguez Peña, una vidriera llama la atención de todos, aún del más desprevenido. Especias de todo el mundo se ofrecen seductoras, invitando al placer y la aventura. Allí hay un cartel de vidrio, pintado por A. Guaglione, con fondo negro y letras en oro, reza: El Gato Negro – Cafés, Tés y Especias. Completa la ornamentación, dentro de un óvalo gris con borde dorado, la figura del gato negro, sentado con un moño rojo y un cascabel en el cuello.
En 1926 Victoriano López Robredo, oriundo de la región de Úbeda (España), que había vivido y trabajado muchos años en Singapur, Ceylán y las Filipinas, se casó con una argentina, se instaló en Buenos Aires y decidió abrir una casa de especias.
Primero fue La Martinica, y poco tiempo después se mudó, en la misma cuadra, al local actual, cuando Corrientes era angosta.
Allí, en 1927, nació El Gato Negro, cuyo nombre recordaba a un café romántico, preferido por Jacinto Benavente, que existió en la muy madrileña calle del Príncipe, en el nacimiento de la calle de Alcalá. A don Victoriano lo sucedió su hijo, Andrés López Robredo, y a este úlitmo, Jorge Crespo, el actual dueño.
Cuenta que allí muelen todas las especias, única forma de garantizar su calidad. Según la especia molida, el local cambiará su perfume ambiente, hoy será estragón, mañana jengibre, luego cardamomo, etc.
Los mostradores son de roble, lo mismo que los estantes donde están los frascos con las preciadas especias; el piso tiene sobrios mosaicos calcáreos. Un cuadro con el símbolo de la casa y un bello reloj presiden el salón, acompañados de un sinfín de productos a disposición de los clientes, como lentejas de Turquía, cuatro especias, finas hierbas, bouquet garni, sardinas de las rías gallegas, fideos secos italianos, peperoncino rosso y nero. Una elegante escalera de madera lleva al primer piso, donde se dan clases sobre el buen uso de las especias, catas de tés y pueden visitarse exposiciones de artes visuales o presenciar charlas y presentaciones de libros. El Gato Negro es parte de la historia y la gastronomía de la ciudad, recibe y recibió a los personajes más destacados de la cultura como el Premio Nobel de la Paz, Carlos Saavedra Lamas, Alfredo Palacios,
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Paulina Singerman, Francisco Canaro y Pedro Quartucci, entre otras importantes personalidades. Gracias a las mesas y sillas Thonet legítimas, en el mismo salón de ventas se puede tomar uno de los buenos cafés, tostados y molidos en la casa o los especiales.
El Gato Negro presenta como opción sus famosos tés especiados, el té verde y aproximadamente 50 variedades diferentes de tés. Las facturas, los brownies, los cuadraditos de manzana y coco, las tortas o el strudel de manzana elaborados en el local, satisfacen los paladares más exigentes.
La madera de las estanterías y el aroma de las especias recién molidas determinan un espacio singular. © Horacio Spinetto