Que ocurrencia la mía pretender mejorar el departamentito, mi gran ilusión tener un baño nuevo. Durante varios meses me ocupé de ubicar la persona adecuada para llevar a cabo mi sueño.
Sueño el que había ideado, diseñado hasta cada detalle que llevaría el mismo. Por lo tanto cuando encontré a la persona con la que podría llegar a un acuerdo le consulté todos los detalles que deseaba para mi tan anhelado baño. Varias veces reiteré la consulta, si le era posible llevar a cabo la obra.
Obviamente la respuesta siempre fue la misma: -Por supuesto, todo lo sé hacer, adelantándome como llevaría a cabo la misma, brindándome confianza en su trabajo. Allí partí a comprar los accesorios del baño aprobando tal presupuesto.
La construcción se inició a mediados de junio llegando a la primer semana de agosto y la misma se encontraba en «veremos», con la mayoría de las cerámicas rotas, de hecho lo hablé con el señor dando por concluido el trato. Provocándome una pérdida material significativa ya que se rompieron tres paredes.
Acepté otra persona la cual me recomendaron, dándome las mejores referencias del mismo, su comportamiento fue exactamente igual al anterior. Venir cuando quería, trabajar x día las horas que le quedaba cómodo.
Siendo veintiocho de agosto aún no se concluyó el baño soñado, sumándole las pérdidas mencionadas más la modalidad de trabajo del individuo. Destacando la importancia que tiene una simple ducha dentro del mismo.
Siempre hago presente la necesidad de trabajo que existe en la sociedad, sé que no es un rubro sencillo, llego a la conclusión de que se debe contratar una empresa, aunque el presupuesto sea más elevado, quedará la garantía del mismo y de ser necesario nos podremos volver a contactar.
Agregando a este dolor de cabeza la queja razonable de quienes conviven conmigo, siendo el mínimo pedido de contar con el aseo tan saludable para iniciar el día como así también para concluirlo. Deseo concretar la obra volviendo el ritmo del hogar a su normalidad.
Mercedes Giangrande