El Gobierno Porteño parece ensañarse con la ecologìa. Tras su speach “Màs verde en la Ciudad” , esconde un cinismo especial donde la tala de arboles es su principal logro. Èsto ocurre en todos los barrios de la ciudad de Buenos Aires. Ocurre en Palermo, tambièn en el bajo de la Casara Rosada, donde han construìdo el nuevo MetroBus, pero tambièn en la zona Noreste de la Capital Federal. Las imágenes dicen mas que las palabras. Un paraíso, de aproximadamente 100 años, lleno de flores y brotes, con su tronco muy sano, sin huecos, fue cortado y talado, en la esquina de Gavilán y Tres Arroyos en el barrio de Villa Gral Mitre.
Los vecinos ya habían evitado la tala un mes atrás, pidiendo la autorización para sacar el árbol a la cuadrilla que se presento para hacer el trabajo. También se les solicito la justificación técnica que avalaba el motivo de la tala. Como los empleados de la empresa no lo tenían, los vecinos impidieron seguir con el trabajo.
Ante la agresión de uno de los empleados que gritaba desaforado “me tienen podrido los vecinos, rompen las pelotas en todos lados, nosotros queremos laburar”, los agredidos llamaron a un patrullero, que se presenta a los pocos minutos.
El oficial a cargo pidió las misma cosas que los vecinos y al no tener la justificacion de porque sacarian el árbol,, los trabajadores tuvieron que retirarse.
Luego los vecinos llamaron al CGP 11 y pidieron información. Allì, un funcionario de nombre Carlos, contesto que al ejemplar lo había visto un especialista y el árbol estaba enfermo, con huecos en su interior y representaba un peligro parea los vecinos. Por eso habían decidido sacarlo.
El funcionario dijo que enviarìan a revisar nuevamente al árbol para asegurar que se haga un trabajo correcto.
Nada de esto fue verdad y una vez mas, los vecinos deben soportar la arbitrariedad de las autoridades que de todo en la ciudad, han hecho un negocio.
Los arboles no son vida, ni oxigeno, ni flores perfumadas, ni aves en sus copas, es solo dinero. Dinero por extraerlo, dinero por suplantarlo, dinero por arreglar la vereda. Y los funcionarios son máquinas que responden a esta lógica perversa. O tal vez, sus amigos son los que participan del negocio.
Este ejemplar de Paraíso, de casi 100 años, era orgullo en esa parte del barrio por su porte, su altura, el perfume que emanaban sus flores al inicio de la primavera.
Una ciudad pensada por sus funcionarios para el negocio de pocos, la lógica es que un árbol no es una vida, es la posibilidad de algo de dinero en el banco. Nada mas. Una ciudad de cemento y pobres corazones.