Por Patricia Núñez Vega. ¿Cuál es la tecnología que más atrae a los pequeños? Las computadoras, los videojuegos y los teléfonos celulares de última generación son las herramientas que más adicción crean en los niños. Aquellos que viven en un hogar donde sus padres también utilizan estos dispositivos sin control alguno, se ven más expuestos a sufrir desde temprana edad las consecuencias positivas y negativas de su uso y abuso.
¿Qué pueden hacer los padres?
Interactuar con los hijos y nunca dejarlos solos muchas horas frente a una pantalla. Establecer horarios para que puedan distraerse y aprender, pero sin abusar. Es importante suspender el uso de estas herramientas en caso de que el menor esté obsesionado, aislado y no quiera compartir su tiempo libre con otros niños o familiares.
La tecnología está al alcance de la mano, esto es algo con lo que los padres de hoy deben lidiar. Se debe enseñar al niño a utilizarla de la mejor manera posible, así como nosotros, los adultos, también debemos aprender. Los juegos, las aplicaciones y demás están diseñados para “atraparnos”. Con esa premisa en nuestro conocimiento podemos defendernos, decir: “Hasta acá llegué, por hoy”. Los padres deben explicarles a los niños que el abuso de la tecnología no está mal visto por una cuestión filosófica, sino simplemente por el hecho irrefutable de que afecta a la salud. El uso de la tecnología tiene sus beneficios, como por ejemplo, el desarrollo del pensamiento rápido, la toma de decisiones inmediata, pero al mismo tiempo tiene, practicada en exceso, consecuencias que perjudican. Mientras el niño juega no escucha ni habla con las personas, no hace ejercicio ni estudia. Su cerebro se acostumbra a recibir estímulos rápidos que son contrarios a la vida cotidiana, al modo lento de accionar que tiene la palabra, o la escucha. Al niño le va a costar pasar de una onda a la otra porque su cerebro está sintonizado con lo inmediato, con los estímulos rápidos.
¿Establecer horarios ayuda a poner límites?
Es una forma de hacerlo, pero no se debe ir a la confrontación con el niño, sino que hay que llegar a establecer rutinas o horarios mediante negociaciones. Hay que explicarle que el uso de la tecnología en exceso no le hace bien, pero que sí puede jugar un rato por día. Preguntarle cuando preferiría jugar; llegar a acuerdos. ¿Por qué? Porque los padres no van a estar detrás del niño muchos más años, por lo tanto es necesario que el niño desarrolle el autocontrol. En el futuro, van a caminar por un mundo lleno de tentaciones y serán ellos los que tendrán que decir: “No”.