Por Mercedes Giangrande. Suena a secretito con el fin de mejorar las comidas que elaboramos, no obstante no lo estoy utilizando en ese rubro. Por el contrario se lo adjudico a la vida actual. En la que no solo me refiero a la parte económica que siempre les menciono, más allá que tal vez les resulte reiterativa no obstante es una realidad.
Le sumamos las relaciones en donde demostramos nuestros afectos, más de una vez surgen conflictos los cuales no logramos despejar. Dado que nuestra mente está abocada a dificultades monetarias, las que nos absorben.
Las que debemos dejar de lado, que no implica olvidarnos de las mismas. Sino hacer un espacio para pensar en la otra parte de la vida de suma importancia, es decir los sentimientos. Los que pueden ser familiares, amigos o relaciones de la vida diaria. Las que no reparamos por agobiados que nos sentimos.
Es probable que manifiesten situaciones extrañas, transmitiendo un llamado de atención. Solicitando a gritos aunque en la mayoría de los casos lo nieguen: ser escuchados. Teniendo en cuenta, que de acuerdo a su estado aceptarán o no algún comentario.
Por momentos nuestro cerebro se transforma en una batidora impidiéndonos observar nuestro alrededor. El que nos acompaña a sobrellevar nuestra propia historia, que no es poco decir.